Mercados Emergentes: ¿cómo han reaccionado sus divisas ante el COVID-19?

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24 junio 2020

Autor
Enrique Díaz-Álvarez

Director de Riesgos Financieros de Ebury
Enrique es responsable de toda la gestión de la operativa y procesos de tesorería. Figura clave en Bloomberg como principal analista de FX y de tendencias macroeconómcias del mercado.

La pandemia ha creado un entorno muy volátil e impredecible en el mercado de divisas en lo que va de año, algo que se ha sentido especialmente entre los mercados emergentes.

L
a aparición del virus y su rápida propagación por todo el mundo ha obligado a las autoridades a poner en marcha estrictas medidas de contención destinadas a limitar la pérdida de vidas humanas. Estas medidas, impulsadas junto a grandes estímulos económicos y fiscales por parte de bancos centrales y gobiernos, han hecho que predecir con exactitud los movimientos en los mercados financieros sea algo cada vez más difícil.

El repunte de los activos de riesgo tras las fuertes caídas

Como es habitual en las épocas de gran tensión e incertidumbre en los mercados financieros, en marzo -durante el punto álgido- los inversores se dirigieron a los activos considerados de menor riesgo, vendiendo los que se consideraban de alto riesgo. Las divisas de los mercados emergentes, enmarcadas dentro de este último grupo, se llevaron la peor parte. Muchas de estas monedas se hundieron hasta alcanzar mínimos que no se habían visto en años -e incluso marcaron récords históricos- frente al dólar estadounidense, un activo refugio. Salvo unas pocas excepciones, el dólar sigue cotizándose más alto en términos anuales frente a casi todas las demás monedas, aunque la mayoría se ha recuperado de los mínimos alcanzados. En el momento de redactar el presente informe, el dólar se está cotizando aproximadamente un 4% más alto frente al conjunto de divisas que componen el Índice de Divisas de Mercados Emergentes del MSCI (gráfico 1).

Gráfico 1: Índice de Divisas de Mercados Emergentes del MSCI (19 y 20 de junio)

Fuente: Refinitiv Datastream Fecha: 22/06/2020

Los que han experimentado las caídas más bruscas han sido, por lo general, los países que dependen en gran medida de la producción de commodities -ya que necesitan de la demanda externa o sus fundamentos macroeconómicos son especialmente frágiles-. Entre las divisas que han tenido peores resultados se encuentran el real brasileño (BRL), el rand sudafricano (ZAR) y el peso mexicano (MXN), todas ellas con caídas superiores al 20% en lo que va de año. Los mejores resultados han tendido a darse entre las que tenían unas bases más sólidas o las que estaban estrechamente controladas por sus respectivos bancos centrales. El dólar de Singapur (SGD) y el nuevo séquel israelí (ILS) son dos ejemplos de esto último.

Sin embargo, como ya se ha mencionado, hemos comprobado cómo la mayoría de estas divisas se han recuperado desde los mínimos alcanzados. Creemos que esto ha sido consecuencia del descenso en el número de nuevos contagios en áreas económicas clave, la inyección de importantes estímulos en los mercados por parte de los principales bancos centrales y el optimismo de los inversores en cuanto a una recuperación de la economía mundial más rápida de lo esperado.

Gráfico 2: FX Performance Tracker [Divisas EM vs. USD] (YTD)

Fuente: Refinitiv Datastream Fecha: 22/06/2020

Perspectivas sobre las divisas de los mercados emergentes

Si bien creemos que su desempeño seguirá siendo idiosincrásico, seguimos siendo optimistas en cuanto a que, toda vez que haya pasado la peor parte del impacto económico y la economía mundial vuelva por lo menos a un cierto sentido de normalidad, la mayoría de las divisas de los mercados emergentes se recuperarán a largo plazo. En nuestra opinión, las caídas provocadas por el virus fueron motivadas, en gran medida, por la aversión al riesgo a la que condujo la fuerte contracción del crecimiento mundial. Creemos que, de forma injustificada, esto ha dejado a muchas de ellas en niveles por debajo de su valor. El repunte que han vivido recientemente parece reivindicar este punto de vista.

Sin embargo, a corto y medio plazo, creemos que los mercados emergentes que o bien no puedan contener la expansión del virus y/o tengan fundamentos más frágiles verán sus monedas más expuestas a nuevas caídas derivadas de la pandemia. En cuanto a lo primero, todavía es demasiado pronto para determinar el éxito real de las respectivas medidas de contención. Los diversos grados de exhaustividad y las diferentes metodologías utilizadas en los ensayos también dificultan la comparación con otros países.

Gráfico 3: Casos de COVID-19 reportados (por cada 1M de personas) [Mercados Emergentes]

Fuente: Refinitiv Datastream Fecha: 22/06/2020

Dicho esto, estamos empezando a ver una cierta dicotomía entre el comportamiento de las divisas de aquellos países con niveles muy altos de infecciones frente al tamaño de su población y las de los países que, hasta ahora, han logrado contener la expansión del virus. Si comparamos el comportamiento de las monedas en términos anuales frente a los casos de COVID-19 per cápita para el grupo de países emergentes antes mencionado, parece existir cierta correlación positiva (consideradas las monedas que creemos más estrechamente controladas por sus respectivos bancos centrales). Las que han tenido peores rendimientos han sido, por lo general, las de aquellos países con niveles relativamente altos de contagios confirmados, mientras que las que han tenido un mejor rendimiento han sido, por el contrario, las de los países que han registrado menos casos. Sin embargo, hay muchos otros factores a tener en cuenta.

Desde una perspectiva macroeconómica, los tres factores principales que hemos tenido en cuenta para analizar estas divisas (que creemos que están mejor preparadas para resistir nuevas pérdidas durante la crisis) son los siguientes:

  1. Las reservas de divisas (en cuanto a los meses de cobertura de sus importaciones). Tener unas reservas relativamente altas en los bancos centrales permite a las autoridades intervenir con éxito en el mercado de forma más regular para proteger a la moneda de posibles caídas.
  2. Déficit en cuenta corriente como porcentaje del PIB. Un gran déficit en cuenta corriente tiende a suponer una mayor prima de riesgo para la moneda del país, mientras que, por el contrario, un déficit pequeño o superávit tiende a reducir ese riesgo. Los déficits son menos perjudiciales cuando se financian con ingresos estables -como la inversión extranjera directa- y más insostenibles si se financian mediante préstamos.
  3. Deuda externa como porcentaje del PIB. Por regla general, los países que tienen una gran deuda externa en comparación con su PIB dejan a su moneda más expuesta a la depreciación. Este riesgo se hace mayor cuando la deuda está vinculada a una moneda extranjera.

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